miércoles, 11 de marzo de 2015

Quédate con quien sabe lo que tiene cuando te tiene.

A veces me ciega la absurda rutina
de verte en espejos donde ya no estás.
Te pienso sin nombre surcando mis ruinas
clavando tus dudas sobre mi verdad.

Y en todo este juego de sabernos necios
buscando en el cielo algo que mirar,
duelen más los sueños que se vuelven viejos
de tanto maltrato, de tanto esperar.

A veces no notas que mi voz cansada
se aguanta las lágrimas de tu falsedad,
de ese cruel silencio que muerde tus labios
pero a tu mirada no sabe callar.

Desde que partimos de aquel paraíso
soñando un futuro que nunca alcanzo,
me piso las huellas buscando como regresar
a aquello que fuimos, antes del adiós.

Pero el tiempo pasa borrando caminos,
haciendo distancias sin subir la voz.
Y no me resigno a rendirme al olvido.

A saberme uno,
donde fuimos dos.