miércoles, 19 de noviembre de 2014

Femme fatale.


Era un diablo, un diablo con ojos de ángel.
Lo sabía. Y me dejé liar.
¿Pero quién no se iba a dejar liar en esas caderas?

El choque con su pelvis es música y un sueño para mi, sin distinguir el sudor de cada uno, mirándola como si fuera la primera vez que la veo por la noche, como si fuera la última noche que fuésemos a pasar en la misma cama.


Cuando el mundo se me reduzca a una habitación, cuando no me importe pasar horas viéndolo todo oscuro, será que tú estás cerca de mí.

Dijo que me mordería el corazón, cumplió.
Y se lo llevó de un mordisco.

Y gritaba lo mismo una y otra vez.
En aquél momento no me di cuenta.
Pero cuando se fue, mi pecho tenía eco.

Su nombre.