Corríamos el riesgo, ese riesgo que supone quererse, resultaba peligroso sí, lo
sabíamos los dos pero el amor es ciego y no muy cuerdo que digamos.
Fuimos a darnos un paseo por lo que quedaba de mi, intentó
unir trozos y arreglar rotos, pobre chica, andaba tras un imposible, yo lo
veía, ella no quería verlo. Para cuando me di cuenta mis heridas estaban
cerrándose. Se llevó los restos de mi corazón en el bolsillo.
Había tenido el valor de arreglar, de hacer que volviera a
ser feliz, lo tenía todo para mí una vez más y claro que hay sitio para dos
ahí, pero.. ¿Quién merece tales vistas? Sin duda, ella.